UNO.- Regresar a la conexión con la Naturaleza. La vida del campo es tranquila y saludable, carece de contaminación visual o acústica, tampoco tiene contaminación electromagnética. El ritmo es casi una melodía poética. El aire es limpio y, si aprendemos a respirar, oxigenamos cuerpo y mente y las células lo agradecen.
DOS.- Contacto con la tierra. Caminar descalzos para recuperar la conexión con el planeta. Aprender a plantar y cultivar, como jardineros del jardín hermoso que es la vida. Un huerto salva vidas cuando no hay comida en las estanterías de las grandes superficies. Si no hay latas de conserva, podemos alimentarnos con el maíz, la yuca, etc. Hay un sin fin de árboles frutales.
TRES.- Crear vínculos con los árboles y las plantas, con los animales y los ríos y las montañas. Compartiéndola, sin esa urgencia de ser sus propietarios. Participando de un proyecto comunitario en el que se alternan las tareas y, cada uno hace lo que mejor sabe hacer, aquello que se le da bien y con lo que disfruta.
CUATRO.- Relacionarnos con el entorno vegetal y mineral, animal y humano. Sonreírle a cada ser vivo, beber los rayos del sol. Masticar despacio los alimentos, sorbiendo el agua con agradecimiento, con la sensación de placidez y conexión total.
CINCO.- Participando de los espacios comunitarios, del proyecto comunal que nos permite ser y estar en armonía convivencial con el entorno. Descubrir quienes habitan el territorio, buscando afinidades, encontrando alianzas, compartiendo la visión de la vida del mundo que juntos estamos creando.
SEIS.- La mejor manera de aprender algo es enseñarlo. Enseñar a los hijos y los hijos de los vecinos a recitar poesía, escribir relatos maravillosos, a cantar y bailar, a plantar y sembrar y cosechar. Aprender a construir con las propias manos, tocando la madera como parte noble de la edificación.
SIETE.- El ser humano ha sido por décadas el único animal de la Tierra que ha inventado basura, montañas de desechos. Tratar con productos biodegradables, enfatizar el reciclaje y saber tratar los desechos orgánicos para sanar la naturaleza, el hogar que nos acoge. Evitando el plástico como la medida más urgente.
OCHO.- Comer el máximo de alimentos crudos, que guardan sus proteínas y substancias intactas. El fuego y el frío del refrigerador afectan negativamente las propiedades de los alimentos. Reducir el consumo de gas y electricidad. Armonizarse con el rimo de la jornada y, con la llegada de la noche, fogata al aire libre y cuentos y diversión en vez de televisión. Para acostarse sin haber prendido la luz.
NUEVE.- Estimular las tareas manuales y las artes escénicas que garantizan una mejor comunicación y relación interpersonal. Desarrollar habilidades prácticas, talleres de cocina y carpintería, artesanía y pintura, confección y costura, peluquería y primeros auxilios. También expertos en reparación de máquinas y artilugios mecánicos.
DIEZ.- Fomentar las prácticas de meditación y yoga, relajación y desarrollo humano, practicando el abrazarse por dentro y conciliarse con la energía para amanecer en quinta dimensión, existiendo a plenitud de facultades.